¿Vivimos para nosotros o para los demás?
- Renata González

- 13 feb
- 2 Min. de lectura
Desde que nacemos, nuestra vida está rodeada de expectativas. Nos dicen qué debemos hacer, cómo debemos comportarnos y qué caminos son “los correctos”. Estudia una carrera que te dé estabilidad, encuentra un buen trabajo, cásate, ten hijos, compra una casa, jubílate… y en algún punto de esa lista, se supone que deberíamos encontrar la felicidad.
Pero, ¿qué pasa cuando ese guion que nos han dado no encaja con lo que realmente queremos?
Las expectativas que no elegimos
Muchas veces seguimos ciertos caminos no porque los queramos, sino porque tememos decepcionar a quienes nos rodean. Queremos que nuestros padres estén orgullosos, que nuestros amigos nos respeten, que la sociedad nos valide. Y en ese intento por encajar en las expectativas de los demás, terminamos perdiéndonos a nosotros mismos.
Nos convencemos de que lo que hacemos es “lo mejor”, aunque una parte de nosotros susurre que quizás no es lo que realmente queremos. Nos decimos que estamos siendo responsables, que es parte de la vida adulta, pero en el fondo, nos preguntamos si estamos donde deberíamos estar o solo donde se espera que estemos.
El miedo a decepcionar
Uno de los mayores obstáculos para seguir nuestro propio camino es el miedo a decepcionar. Nos aterra la idea de que alguien nos vea como un fracaso, como si nuestra vida estuviera sujeta a la evaluación de los demás. Pero, ¿y si el verdadero fracaso fuera vivir una vida que no nos hace felices?
Nos olvidamos de que nadie más tiene que vivir con nuestras decisiones. Que el trabajo, la pareja, la rutina que elegimos son parte de nuestra historia, no de la de nuestros padres, amigos o la sociedad. Al final del día, somos nosotros quienes nos enfrentamos a nuestras elecciones, quienes nos despertamos cada mañana para vivir la vida que hemos construido. Entonces, ¿por qué seguimos dejando que otros la diseñen por nosotros?
Romper con las expectativas: un acto de valentía.
Elegir nuestro propio camino no significa ser egoístas, significa ser honestos con nosotros mismos. No significa que no valoremos las opiniones de los demás, sino que entendemos que sus expectativas no pueden definir nuestra felicidad.
Romper con lo que se espera de nosotros puede ser aterrador, pero también es liberador. Significa darnos permiso de explorar, de equivocarnos, de descubrir qué es lo que realmente queremos sin el peso de la aprobación externa.
Porque al final, la única persona con la que estarás toda tu vida eres tú mismo. Y no hay nada más triste que mirarte al espejo y darte cuenta de que viviste la vida de alguien más, en lugar de la tuya.
Así que la pregunta es: ¿estás viviendo la vida que realmente quieres o solo la que los demás esperan de ti?
Renata.





Comentarios